20 abr 2018

Manchada de sangre - Dan Wickline y Ben Templesmith

En un futuro próximo aunque indeterminado, Kenji ha sido criado siguiendo el estricto código ético de los samuráis. Un día recibe la noticia de que su padre, alto directivo de una multinacional con sede en EEUU, ha completado el ritual del seppuku para morir con honor cuando se descubrió que era responsable de una apropiación irregular de activos de la compañía. Nuestro protagonista viaja entonces a Seattle para encargarse del traslado del cuerpo a Japón y de paso encontrar a los responsables de su muerte, ya que le resulta imposible creer que su padre sea culpable de un crimen que va totalmente en contra del bushidō.

Manchada de sangre es una historia breve y predecible que a pesar la simpleza del guión, resulta muy atractiva principalmente por el efectista apartado gráfico. Los elementos de ciencia-ficción en realidad no tienen casi peso, apenas algún que otro vehículo volador que podría haberse sustituido sin problema por una moto de gran cilindrada sin que el resultado se hubiera visto afectado lo más mínimo. No se puede decir que el norteamericano Dan Wickline se haya roto los cuernos para escribir la trama. Ahora bien, el trabajo de ilustración del australiano Ben Templesmith me ha parecido espectacular. Su estilo es fingidamente desaliñado, desgarbado, como si apenas le bastara con trabajar unos monigotes que no terminan de estar del todo definidos. Las perspectivas no están cuidadas. Los onomatopeyas parecen garrapateadas por crios que están aprendiendo a coger los lápices. Da la impresión de que ha aplicado los colores de los elementos de la viñeta y de los fondos con prisa, sin mucho interés y por dejarlo solo mínimamente presentable. Y a medida que lo percibes te das cuenta de que su mayor atractivo es precisamene ese aspecto general de descuido. Prueba más que evidente por otro lado del gran talento de este artista. Sorprende también que no tenga reparos en emplear algún tipo técnica de de postprocesado digital para conseguir un efecto de desenfoque muy artificioso, pero que resulta brillante en los golpes y las escenas de peleas.

Poco más que añadir, la verdad es que el tomo no llega ni a las 50 páginas pero su lectura resulta un placer a nivel visual. Curioseando Internet he descubierto que tanto Wickline como Templesmith participaron en el cómic 30 Days of Night, que yo conocía a través de la infravalorada adaptación homónima a la gran pantalla 30 días de oscuridad (David Slade, 2007). También os la recomiendo si como yo, sois aficionados al género de terror y a las películas de vampiros. Tenéis otra reseña de este pequeño volumen en Ocio zero. EStá más trabajada que la mía pero viene a decir poco más o menos lo mismo.

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